El artículo “Sobran burócratas y faltan ideas” (20/5), de Federico Türpe, es un agudo análisis de la situación crítica de la quinta ciudad más populosa del país. En realidad esa cruda realidad expresada en la nota es una interpelación a la clase dirigente tucumana y en especial a quienes gobernaron en las últimas décadas y con su “falta de ideas”, cuando no burocracia, empleomanía, corrupción, etcétera.
Pero a tanta dolorosa realidad el articulista ensaya como hipotética solución algo que es el meollo de la cuestión como es la moderna doctrina para las grandes urbes propias de todo el mundo, y que es el denominado sistema intermunicipal o relación entre municipios vecinos para cumplir eficazmente con sus obligaciones en bien de las comunidades a las que tienen que servir.
El autor de la nota dice al final de ella y se pregunta si se reunieran el gobernador con los intendentes del Gran Tucumán a “tomar un café y hacer una tormenta de ideas sobre el tránsito” en el área que los comprende. Pues ello es el núcleo de la doctrina intermunicipal “ya que ningún municipio por sí, ni el gobierno provincial pueden resolverlo por sí solos (transporte, urbanización, ecología, tratamiento de residuos, reducción de burocracia, excesos fiscales, educación, espacios verdes). No solamente existe abundante doctrina sino que existen ejemplos concretos de haberse tratado el tema en al menos en dos oportunidades con lo cual sigue existiendo en lo que llamamos como “una cabeza separada del cuerpo”.
Al menos existen dos antecedentes fundamentales, en los que tuvimos participación, ambos a iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo, que no tuvieron ejecutividad ni relevancia para los responsables políticos. El programa denominado GAU (Grandes Aglomerados Urbanos) motivó que en el Gran Tucumán se creara el Circan, organismo integrado por todos los intendentes del área, que luego de varias reuniones con técnicos y profesionales llegó a consensuar varios proyectos, pero el BID sólo aprobó la construcción de una autovía que arrancaba en Alderetes, pasaba por Banda del Río Salí y San Miguel de Tucumán y terminaba en la rotonda de Yerba Buena. El trayecto tomaba 15 minutos y un poco más el transporte público. Los pliegos de la licitación de la obra estaban listos pero fracasó porque todos los municipios estaban en “rojo “ financieramente. El gobierno provincial de Bussi también estaba en rojo y el presidente Menem no quiso apoyar el proyecto.
En una segunda etapa, hace cuatro o cinco años, el Instituto de Planeamiento y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la UNT ganó un concurso para presentar un estudio y proyecto del programa denominado Desarrollo de Áreas Metropolitanas del Interior (DAMI). Se reunieron 12 profesionales (urbanistas, arquitectos, ingenieros, expertos en medio ambiente, tratamiento de residuos, riego, educación, transporte, estructura institucional de municipios y comunas del Gran Tucumán) para estudios interdisciplinarios.
El trabajo demandó dos años de labor, visitas, verificaciones in situ, entrevistas con los actores, intendentes, concejos deliberantes, organizaciones vecinales, colegios profesionales. El informe final que fue aprobado por el BID fue un trabajo de 1.200 páginas y 300 mapas, infogramas y documentación complementaria. Cuando se le preguntó al representante del Banco cuándo sería editado el trabajo respondió que no estaban previstos gastos para publicaciones; o sea que irá a descansar a algún estante o archivo de la institución. Pero estuvo siempre a disposición de los interesados en el instituto universitario. Nadie nunca lo pidió.
Hay muchos ejemplos de trabajos y experiencias intermunicipales como el caso del sur de Córdoba donde 50 municipios, en un verdadero ejemplo de asociativismo unieron esfuerzos y con un Plan Director diseñado por la Universidad de Río Cuarto y asesorados por el economista tucumano Manuel Figueroa resolvieron antiguos problemas de transporte, riego, educación y desarrollo armónico de sus intereses.
En el Gran Tucumán y en toda la provincia es necesario cumplir con la Constitución y poner en marcha la autonomía municipal; municipalizar las comunas de Cebil Redondo y El Manantial y emprender un desarrollo intermunicipal asociado que permita alcanzar metas que superen el actual zafarrancho descripto por la nota de LA GACETA.
Como se ve, ideas existen y se trata de que la dirigencia política haga algo más que tomar un café para resolver los problemas del quinto mayor aglomerado urbano del país. Para ello se requiere amplitud de miras y voluntad política. Parece no haberla.